viernes, 19 de febrero de 2016

Aquí todo vale y todo no vale



Asisto con tristeza a la hilera de titulares que pasan diariamente por mis manos. Escucho cosas que chirrían en mis oídos y pongo cara de emoticono ante imágenes que no puedo creer. 


Voy a ser breve. No puede ser que bajo el derecho de “libertad de expresión” todo valga. Por la educación que he recibido y por el más puro sentido común no puedo poner verde al de al lado por muy mal que me caiga, herirle, ofenderle, machacarle y pisotearle y luego colgarlo en las redes, compartirlo y dar al “me gusta”. Como colofón, después llegan los comentarios que aplauden tanta ofensa con palabras y gestos más hirientes aún. Se crean hashtags que se convierten en trending topic para vitorear lo inadmisible en una sociedad democrática.

Si por medio a algún sensato se le ocurre decir simplemente “esto no está bien” resulta que es un fascista, reprimido, antiguo y que no se entera de nada. “Tía, me dirían los que tanto saben, esto es libertad de expresión”. Pues bien, voy a hacer lo mismo con tu padre o con tu madre o contigo mismo en aras a la libertad de expresión y no me digas nada porque entonces el fascista y reprimido eres tú.
Pero resulta que no, que la libertad de expresión solo tiene un sentido y el contrario ya no es tal libertad. Pues no, eso no es así, eso no es lo que me enseñaron ni lo que me dice el sentido común para favorecer una buena convivencia. 

Ahora están los demócratas y los que no sabemos nada de democracia por el simple hecho de pensar diferente y de exigir una auténtica libertad de expresión. ¡Vaya contradicción! Tanta educación, formación en valores, en ciudadanía ¿para qué? para que solo unos tengan la “verdad” y los demás no merezcamos ni el más mínimo respeto a nuestras opiniones, creencias y principios. Para que nos conviertan en diana de su revancha y rencor con palabras hirientes, con actos que privan de la más mínima libertad individual. Habrá que recordarles a estos chicos, que todo lo saben, que si ya no les valen los derechos fundamentales del capítulo 1 de nuestra Constitución hay una Declaración de Derechos Humanos que manejan muy bien cuando les conviene.

Llega un momento en el que tanta condescendencia no vale y en el que el silencio se hace cómplice. O tal vez peor, nos hacemos indiferentes y frívolos ante tanto ataque. Yo de la tristeza paso a la preocupación y no es pequeña. ¿Qué está pasando? Porque algo está fallando cuando al final de leer este escrito alguien me encasille con unos y me haga una ficha fija en la que seguro que en más de un caso no faltará la palabra “fascista” que con tanta alegría se usa y con tanta ignorancia se aplica. Por el contrario donde siempre me podrán encasillar es con la gente, que como yo, practica la democracia y procura tener un sentido crítico y razonado de lo que ocurre a nuestro alrededor. Con la gente que se interesa por conocer, informarse y escuchar opiniones diversas desde el respeto y la vehemencia en los principios que me son fundamentales pero nunca desde el odio y la revancha. El día que no sea así habré pasado la línea roja.

En fin, habrá que empezar otra vez a trabajar en los principios básicos de una convivencia democrática porque aquí falta mucha cultura democrática y lo que es peor, hay una falta de cultura en general. Y está ausente precisamente en quienes enarbolan la bandera de la intelectualidad universitaria. Más sabemos de honor y respeto otros sin necesidad de tanta soberbia y universidad.
O tal vez es a mí a quien tienen que volver a explicar qué es la libertad de expresión y sobre todo cómo hay que usarla. ¡Por favor que me lo expliquen! Gracias
Laura Figueiredo

3 comentarios:

  1. Si no es así que me la expliquen a mi también.

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    1. Damián va a ser cuestión de hacer una buena reunión y que venga alguno de los de tanta libertad de expresión a explicarnos.

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  2. Mi opinión (que no es experta):
    Siempre ha habido quien, creyéndose valedor de la libertad de expresión, la moralidad, de la Verdad (con mayúsculas) o la democracia, ha dado lecciones al otro, que ha sido el débil, el inculto, el analfabeto o el ingenuo.
    Siempre ha habido quien ha dominado los medios de llegar al pueblo llano y, en el lado opuesto, quien ha tenido que ir casa por casa dando explicaciones, a quién quería abrir la "puerta".
    Ahora, siempre va a haber quien llame a otro "fascista", "perroflauta", "facha", "podemita", "azul", "rojo"... Sin ninguna intención de diálogo, porque nunca la tuvo, solo quiso dañar y nunca le interesó comprender.
    ¡Ah! Y las palabras que se lanzan contra alguien, a la espalda de ese alguien, eso también es "libertad de expresión" y de actuación, por llamarlo de alguna manera, porque también puede ser falta de voluntad de entendimiento o avance en la carrera profesional propia, llámalo como gustes.
    Te resumo mi aportación diciendo que quien no busca el entendimiento ni quien quiere entender ni comprender (en un ámbito de comunicación plural), no quiere la libertad de expresión, solo una de sus versiones interesadas.

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