La llegada
del whatsapp a la vida de mi madre marca un antes y un después en nuestras
relaciones. Sí, ahora ella puede irrumpir en mi vida en cualquier momento sin
necesidad de esperar a la hora de la comida o al después de la cena para -contarte
hija mi día-.
Ahora en
cualquier momento puedo saber donde está -estoy en la peluquería por si me
llamáis y no os cojo y os preocupáis por mí- o -estoy en el médico, luego os
digo lo que me dice-.
A estos
mensajes se suman los de evangelización digital -El mensaje de Cuaresma del
Papa-; -La alegría de la Resurrección-, -Los cristianos en Irak-… enlaces que
comparte rápidamente también con sus nietos. Tampoco faltan los mensajes
políticos en esta España revuelta y de vez en cuando envía una lista de chistes -para que al menos nos
riamos un rato-. También están esos wsp
prácticos como -¿a qué hora piensas llegar?- o los más dulces -ya te tengo la mermelada preparada-.
Poco a poco
la cosa va a más y empezamos con preguntas como -¿cómo me dijiste que se ponen
los acentos?-¿asì?- ; -No, ¿es asï?-; -Tampoco, bueno ya atinarê-.
El
siguiente paso fue cuando descubrió que
podía crear un grupo con sus nietos. La cosa empezó bien pero se torció cuando
inició el baile de -eliminar del grupo- / -añadir al grupo-. Y es que se empeñó
en dar a todas las opciones posibles con la consiguiente risa de tanto joven.
Siguiente
lección: -cómo hacer una foto con el móvil y mandar por wsp-. Esta vez el
empeño era enseñarme cómo había quedado el belén las pasadas navidades. De
todas las instrucciones toma nota por escrito paso por paso. El caso es que, al
poco tiempo tenía la foto del nacimiento aunque bocabajo.
El problema
llega cuando el wsp ya no es tema de conversación solo vía móvil sino que cada
vez que llegas a su casa te tiene una lista de problemas imposibles de
resolver. Que por qué sale la foto de Antoñita en el wsp de Alicia; que ese no
es el teléfono de mi prima Carola pero me llegan sus mensajes; que Mari Carmen
dice que me ha mandado las fotos de los niños pero yo no las veo; que aquí
tengo un número y no sé de quién es… Una, como buena hija, empieza a tratar de
poner orden en ese desaguisado y tras un buen tiempo de dedicación en exclusiva
al wsp de mi madre, solo consigo un buen dolor de cuello y de cabeza. Y
mientras, la madre diciendo -es que se me ha sublevado el wsp porque como
comprenderás yo no estoy tan tonta como para confundir tanto número de
teléfono-.
Claro que una
se consuela cuando aparece mi hermana, la informática de la familia, y tras un
buen tiempo con el móvil en la mano llega a la desesperación. -Pues nada hijas,
termina diciendo la mater familiae,
se lo preguntaré a vuestros hijos que seguro que saben cómo solucionarlo-. Cosa
que hace en cuanto puede entre las risas de los jovenzuelos digitales. Más risa
nos entró al resto cuando, tras un buen tiempo pasando de un contacto a otro de
la larga lista de amigas de la abuela, terminan sentenciando –abuela desinstala
el wsp e instálalo de nuevo o aún mejor cómprate un móvil nuevo-. Jajaja.
Siguiente
pregunta -¿Y cómo se hace eso de
instalar y desinstalar?, ¿en herramientas?-.
La oportunidad de la abuela llegó al poco tiempo y parece que
la estaba esperando. En plena ruta por Madrid el Google Maps decidió dejar de
funcionar. Mientras los nietos digitales gritaban -¡¡¡Horror!!! ¿Ahora qué
hacemos?- la abuela cogió el
destartalado callejero que aún habita en la guantera del coche. Al poco dice
con una risita guasona –a la izquierda y en la plaza sigues recto y ya es una
paralela a la derecha-. Ahora el –jajaja- era de la abuela.
En fin, un
gran invento esto del wsp pero echo de menos que mi madre me llame a la hora de
la comida o después de la cena por teléfono y esas conversaciones sin tildes,
vídeos y fotos.
Laura
Figueiredo.
Fantástica como siempre!!!
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