Con la que está cayendo.

La que de verdad nos ha caído
 
Oigo con frecuencia tanto en medios como en mi entorno la expresión “con la que está cayendo”. Casi de inmediato me doy cuenta de que se refieren insistentemente a esa multitud de casos que se hilan unos con otros, se mezclan, enmudecen, desaparecen y reaparecen. Llenan páginas y páginas y nunca sabremos como terminarán aunque muchos se atrevan a aventurar que en “nada de nada”. 

Esta preocupación sólo la puedo entender como un desahogo, un derecho a la pataleta por indignación, tristeza e impotencia. No hay que dedicarle más que el desahogo de un momento y  concederle ser tema de conversación por no hablar de “lo que de verdad nos ha caído”. No perdamos el norte y que no nos desorienten. Que la lluvia de tanto caso y escándalo no deshaga la verdadera nevada. 

“Con la que nos está cayendo” lleva cayendo desde hace tiempo y está en la cara y en las espaldas de todos. Son las preocupaciones de todas las casas y familias, empresas, empresarios, asalariados y autónomos, funcionarios, fundaciones, asociaciones, jubilados, parados, jóvenes y mayores, mujeres y hombres…. Son las verdaderas preocupaciones y problemas que a nadie más que a nosotros nos tocan resolver porque si esperamos a que otros nos empujen sólo lograremos caer en el precipicio al que ya estamos asomados. 

Sí señores, la que nos está cayendo con un puesto de trabajo bajo amenaza continua; con unos empresarios machacados a obligaciones; con unos sindicatos que ya han demostrado para qué y cuándo están; unos jóvenes con los mejores curriculums académicos, con una larga lista de cursos, masters y formación mientras el apartado de experiencia está tan vacío como sus ánimos e ilusiones. 

La que nos está cayendo con trabajos a media jornada para trabajar tres y seguidas; con trabajos que no sabes si cobrarás a final de mes. Con una sanidad que se discute entre la pública y la privada cuando el planteamiento debería ser bien diferente. La que nos está cayendo con una nueva ley laboral dura, muy dura y con jornadas de trabajo inhumanas, con ingenieros trabajando como tales pero con sueldos de administrativos... Una marcha atrás en derechos largamente peleados y que quién sabe cuánto tiempo se necesitará para recuperarlos. 

La que nos está cayendo es parado tras parado, una cola que crece y crece en números y rostros mientras se les vigila como delincuentes para evitar fraudes. ¿A todos por igual?. La que nos está cayendo con una población madura y trabajadora de toda la vida, con la experiencia y la profesionalidad que dan los años y que ahora se siente marginada, sin espacio y lo que es peor menospreciada y sin reconocimiento. 

La que nos está cayendo con  una Hacienda que no deja títere con cabeza y que ahora, cuando las arcas están vacías, se acuerda de que tiene inspectores y los ha puesto a trabajar horas extras. Nos cayó, , y sin previo aviso, la gélida nevada de la subida del IVA y de impuestos a todos los niveles nacionales, provinciales y municipales. 

La que nos ha caído con un sistema educativo que cambia según el color del gobierno y que en su última propuesta no pasa de titulares sobre la “inmersión lingüística”. Como si fuera lo más importante y lo único a negociar. 

La que nos está cayendo con un sistema bancario y sobre todo de Cajas que no ha funcionado desde el momento en que se politizaron y que lleva tiempo recibiendo nuestra ayuda millonaria mientras se ejecuta desahucio  tras desahucio; la que nos está cayendo con “unas preferentes” con la callada por respuesta. 

La que nos está cayendo, y de manera desproporcionada a la clase media, nos encierra en casa y en nosotros mismos para sacar fuera lo menos de nuestra cotidianidad, para muchos ya vergonzosa y sobre todo dolorosa. Porque es que encima somos honrados, pagamos recibos, impuestos por todo, la multa de los dichosos radares, el IVA y lo que no es el IVA. Tiramos los papeles a la papelera y reciclamos los residuos de todo tipo según colores. Pero si hasta contribuimos como podemos a que Cáritas o Cruz Roja puedan seguir dando bolsas de alimentos o servicios tan básicos como ducha, ropa, cama y acogida. 

¿De verdad merecen nuestras opiniones públicas sólo los titulares de fraudes y sinvergüenzas? ¿No es más vergonzoso todavía lo que está pasando con las personas honradas? Pues eso, sigamos hablando en nuestras calles y corrillos de la que “está cayendo” y si es necesario hasta nos movilizaremos para hacerle un corte de mangas a la larga lista de casos con nombres y caras. Por el contrario, los escándalos del día a día que sufrimos cualquiera de nosotros mejor lo resolvemos en casa, cada uno como pueda. En la calle chitón, eso de opinar de forma pública queda para las calles de Madrid y las tribunas anónimas de la capital. Es para otros. 

Yo lo tengo claro, los casos de fraudes y engaños están allí y no hay que perderlos de vista, pero el día a día está aquí y ahora. En la cotidianidad están los verdaderos escándalos, sobre todo porque muchos son hasta legales o de lentísima solución legal. ¿Merecen nuestra opinión? 

Laura Figueiredo 

  • ¿Eres de los que opinas o de los que callas y te encierras en casa?
  • ¿Hay recelo a opinar de forma pública? ¿Por qué?
  • ¿Cuáles son los verdaderos escándalos del día a día?

5 comentarios:

  1. Laura, realmente creo que no estamos concienciados a que con nuestra voz podemos hacer más de lo que nos imaginamos, somos por naturaleza cómodos y en el fondo nadie quiere enemigos, por eso ese pasotismo Español de comentar y dejar que otros hagan por nosotros, si hasta cuando vamos a un restaurante y no cobran más de lo que pone en la carta somo capaces de poner verde al camarero en la mesa comentándolo con nuestros comensales pero somos incapaces de decírselo a él cuando se acerca a cobrarnos, inclusive no nos atrevemos a preguntarle si hay un error en nuestra cuenta.

    A veces tampoco somos considerados con la gente que opina por eso creo que tenemos miedo a que nos tachen de algo.

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  2. No soporto el sistema actual en el que vivimos. Necesitamos una evolución y no dejarnos manejar por este sistema corrupto que sólo se preocupa de mantener el bipartidismo. Hay que cambiarlo entre todos. INDIGNAOS y actuad. Entre todos podemos. Con la que está cayendo, no aguanto más.

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  3. Buen análisis de la situación actual. En mi opinión, lo más preocupante es que no nos damos cuenta (o no queremos darnos) que somos nosotros, ciudadanos de a pie, los que tenemos que implicarnos para cambiar esta situación. Nos quejamos mucho en corros, en tabernas, pero remangarse y luchar poco, muy poco. O nos implicamos con las herramientas que actualmente nos ofrece el sistema o, al final, serán siempre los mismos los decidan por nosotros.

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  4. El repaso de la actualidad no aporta nada nuevo aunque sí lo presentas de manera clara y resumida. Lo que me interpela es el enfoque. ¿por qué esto no estalla? ¿por qué no opinamos donde hay que opinar (medios de comunicación, colectivos, redes...)de forma abierta y clara, de manera respetuosa pero contundente. ¿Por qué?

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  5. Laura, tu artículo está muy bien orientado y con unas definiciones adecuadas y reales. Yo añadiría que "a lo que está cayendo" nosotros los españoles debemos mirarnos en los espejos de los países nórdicos. Para ellos lo primero es el bien común de su ciudad de su país, mientras nosotros no tenemos ese sentimiento de unidad, solo nos preocupa nuestro bolsillo y si el vecino, el pueblo, la nación, se hunde pues eso no va con nosotros. La solidaridad brilla por su ausencia. Besos Paquita.

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